VISITA DE ANTIGUOS ALUMNOS
"Nos invadían las películas de yankees, La Gran Evasión y todas esas otras de la Segunda Guerra Mundial. Pero nosotros tratábamos de montar un cine-club con cintas de Ingmar Bergman", afirma Angel Ferrero, uno de los organizadores del encuentro. "Pero si se veía una pierna nos ponían delante el gorro de Napoleón". Cuenta Francisco Jiménez que incluso se escondían para ver a las limpiadoras y cocineras, las únicas mujeres que había en el recinto. La idea de reunirse nació de Ramón Andreo, un ingeniero murciano que se licenció después en Telecomunicaciones por la Pompeu Fabra. Entre los papeles de su madre descubrió una vieja fotografía de toda la promoción. En ella estaban escritos los nombres de todos. A partir de ahí, paciencia, internet y páginas blancas. La búsqueda surtió efecto y ayer se volvieron a ver los rostros. Venían de todos los puntos de la península. "No me acordaba de los nombres, pero sabía quien era cada uno por la cara", decía Ramón. La Olavide no quiso perderse la ocasión
para felicitar a los antiguos alumnos. Su vicerrector, Andrés
Rodríguez Benot, entregó un recuerdo a cada uno. Muchos
notaban cambios. A los Miguel de Mañara, San Fernando y demás
santoral que daban nombre a los edificios le han sustituido Jovellanos,
Feijoo y la ilustración al completo. En el lugar de los campos
de fútbol hay ahora un inmenso aparcamiento repleto de coches.
Donde una vez hubo unos talleres se erige hoy una moderna biblioteca.
Cuarenta años de cambios. |