DIARIO DE VACACIONES
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        Vicente 
          Angulo del Rey 
        Diario 
          de vacaciones mes de Septiembre de 2.001.-
        
        
        ...Ya 
          había pensado la noche anterior que por la mañana íbamos 
          a ir a la Laboral, como cada vez que visitamos Sevilla, así que 
          con la misma ilusión que la primera vez y a través de 
          la carretera de circunvalación SE-30 y carretera de Utrera, nos 
          encaminamos al recinto universitario, la torre te recibe desde lejos, 
          majestuosa, no puedo evitar que como siempre la nostalgia, bendita nostalgia, 
          me atrape, me envuelva, es como si fuera un halo misterioso el que me 
          invade, me gusta acercarme, me encanta volver otra vez y pisar su suelo,
          La verdad es que ha cambiado mucho, le han lavado la cara, la han restaurado, 
          la han pintado, aunque aun no han terminado, están aun en ello, 
          pero no han dejado morir, es un gran alivio, aquel magnífico 
          y gran frontón lo tiraron porque se estaba derrumbando, la piscina 
          grande también y han construido un campo de rugby encima, pero 
          su esqueleto, su cuerpo es el mismo, ahora está pobladísima 
          de estudiantes de Sevilla, cada vez están poniendo mas facultades, 
          hasta llegar a ser la principal Universidad de Sevilla, quien lo iba 
          a decir.
          Caminamos por su recinto, sin prisa, sin presión alguna, no nos 
          dejamos un hueco sin pasar por el, la verdad es que estoy allí 
          muy bien, en la gloria, algunos jóvenes nos miran como bichos 
          raros, que sabrán ellos de mi y de aquellos edificios.
          Visito los campos de fútbol donde tanto jugué, están 
          irreconocibles, los tendrán me supongo que reparar y hacerlos 
          nuevos, me paso por enésima vez por cada Colegio donde fue mi 
          casa en cada curso, era como volver otra vez a respirar los mismo aires 
          de juventud, de internado, de lucha diaria y mi mujer orilla de mí, 
          comprendiendo lo que se va cociendo en mi interior en todos los momentos 
          y sé positivamente que se encuentra también muy a gusto 
          observándome a mí, se lo agradezco.
          Me quedaría mucho más tiempo por allí, observando 
          a todos los estudiantes que estaban esperando examinarse, creo identificarme 
          con alguno de ellos, pero el tiempo pasó y no quiere detenerse, 
          así que a la vista de ello y con cierto pesar abandonamos el 
          recinto con un hasta luego o un hasta siempre, y volvemos otra vez a 
          Sevilla, para ahogar las lágrimas que casi se han derramado con 
          unas cañitas de cerveza y unas gambitas en un bar de la avenida 
          de El Greco que ya conocemos
        
        
        
          Diario de vacaciones Septiembre 2.002.-
        
          .... Amaneció el día 2, radiante, el ruido de las 
          salidas de los aviones nos despertó, pasan por encima del camping 
          a poca altura con un ruido enso9rdecedor, así que sin pereza 
          ninguna me levanté, siempre soy el primero (todo hay que decirlo), 
          mi mujer le gusta quedarse un poco mas en la tienda mientras yo me voy 
          a asearme, da gusto estar por la mañana en el camping, es una 
          gozada, así que nos dispusimos a desayunar, nos hicimos el café 
          con leche y al poco tiempo ya estábamos dispuestos para irnos 
          a la Universidad Laboral (por desgracia mía ya no se llama así, 
          (alguien con muy mala leche cambió su nombre), es una visita 
          obligada (no comprendo a algunos compañeros de estudios y lo 
          se de buena tinta, que aun estando de viaje o de vacaciones en Sevilla 
          no han pasado por ese sagrado lugar, de verdad no lo comprendo), así 
          que ante un día espléndido, con un cielo azul inigualable 
          y cogiendo la circunvalación SE-30 y posteriormente la Autovía 
          de Utrera, al momento estábamos en mi querida Uni, para mí 
          son siempre momentos de muchísima emoción, aterrizo de 
          improviso a mis años jóvenes, todos los años hago 
          el mismo recorrido, paseo por los antiguos Colegios, de los cuales hay 
          que decir que han quitado sus originarios nombres; (no entiendo porqué), 
          por el largo pasillo central, por la explanada de la inmensa torre, 
          este año también paseamos por lo que eran los antiguos 
          campos de deporte, donde hacemos unas fotos de otras vistas de la Universidad, 
          me encuentro a gusto, muy a gusto allí, y pasan por mi cabeza 
          miles de momentos vividos, esos ratos no los cambio por nada, merece 
          la pena hacer setecientos kms. o los que hagan falta por estar allí, 
          aunque ya digo sean breves momentos, (cada persona tiene sus partes 
          débiles y sentimentales). 
          El tiempo pasa inevitablemente, es ley de vida, pero yo me digo que 
          una persona que olvida el pasado no puede vivir a gusto el presente, 
          y yo en esos momentos lo degusto apasionadamente, aunque tengo que reconocer 
          que algunos de estos ratos te provoca un nudo en el estómago.
          Para paliar un poco a nostalgia, nos vamos al bar nuevo, enclavado donde 
          antes estaban las cocinas y la lavandería, porque gracias a Dios 
          están remodelando toda la Universidad, está preciosa, 
          guapa, aunque le han cambiado el nombre, ahora la han bautizado como 
          Universidad Pedro de Olavide, que no sé quien es ese tío 
          ni falta que me hace y cumple otras funciones docentes distintas a las 
          que cumplía hace ya muchos años, pero es lo mismo no me 
          importa, lo que me gusta es verla guapa, muy guapa, allí en el 
          bar nos tomamos unas cervecitas con un poco queso y jamón y la 
          mente se me aclara ya que estaba tornando a color melancólico 
          y ese color no es conveniente llevarlo por la vida.
          Salimos al exterior, me gusta ver la Universidad con mucho bullicio 
          y por cierto que lo había porque era el primer día de 
          exámenes de Septiembre, el pasillo central hervía de juventud, 
          en algún momento me pareció ser uno de ellos, con los 
          nervios metidos en el estómago como tantas veces, joder que bien 
          se estaba por allí, recorriendo palmo a palmo todos los lugares, 
          sentándome exactamente donde nos sentábamos antes, con 
          los inigualables, Aguilar, Pikins, Benítez, y mi mujer siguiéndome 
          como un perro (siempre sea dicho en el buen sentido de la palabra) por 
          todas partes ella sin mostrar ni un gesto de aburrimiento, al contrario 
          dichosa porque me notaba a mi completamente feliz.
          El caso es que todos los momentos buenos por desgracia pasan y este 
          que lo añoro todo el año, para que en dos horas suceda, 
          también pasa, hay que volver a la vida real, tenemos que marchar 
          a Sevilla otra vez, hemos estado unas dos horas aproximadamente dando 
          vueltas y mas vueltas, quizá sea yo de los pocos universitarios 
          que ya desde hace unos años haga la peregrinación como 
          si de ir a Lourdes se tratara, me siento orgulloso por ello.
          Salimos de recinto universitario y aun yendo conduciendo vuelvo la cabeza 
          varias veces como si fuera la última vez que la volví, 
          que aun me acuerdo, cuando dejé de ser alumno del Centro, me 
          resulta muy emocionante.
          Como tenemos la garganta muy reseca del calor y yo de la emoción, 
          no queda mas remedio que encaminarnos a la vera del barrio de Nervión, 
          a la calle Cristo de la Sed, donde tratamos de calmarla (valga la redundancia 
          divina) con unas cañitas de cerveza tan fresca y tan buena de 
          Sevilla y acompañadas de esas tapitas que no las hay en ningún 
          sitio, el caso es que yo ya tengo otra cara, estoy contento y pensando 
          en el año que viene que volveré si Dios quiere a hacer 
          lo mismo.
          
          Diario de vacaciones Septiembre 2.003.-
        
          Amaneció el día siguiente, el ruido de los aviones hace 
          que te tengas que levantar antes y con antes, pero se está muy 
          bien fuera, hace una mañana preciosa, me gusta el color de Sevilla, 
          y siguiendo la pauta de todos los años, nos dirigimos a la Universidad 
          Laboral, siguiendo el curso de la SE-30 para después coger la 
          carretera de Utrera, ya estoy otra vez como todos los años en 
          mi colegio, hay que joderse, con la misma ilusión de siempre, 
          no la pierdo ni creo que la perderé nunca.
          Todos mis movimientos son repetitivos todos los años hago lo 
          mismo, paseo y paseo por su entorno, miro y remiro lo que remiré 
          el año anterior, pero me encuentro bien, muy bien, infinitamente 
          bien, nadie en ese momento se encuentra mejor que yo, nadie, cada colegio, 
          cada residencia, cada rincón, cada baldosa es para mi lugar sagrado, 
          hasta el aire que se respira es el mismo de siempre, el mismo de aquellos 
          años pasados.
          La verdad es que está cambiando a pasos agigantados, todo es 
          ya nuevo, faltan de arreglar algún colegio y la parte de la enfermería, 
          pero en sí es la misma, conserva todo su esplendor, el ambiente 
          es muy parecido, con muchos estudiantes paseando por su pasillo central, 
          aunque la verdad uno ya se siente un poco desplazado, fuera de lugar, 
          aunque los mismos edificios las mismas paredes que en una época 
          pasada te acogieron, te invitan a sentirte bien.
          El caso es que los pasos te llevan a la cafetería y ahogar los 
          nostálgicos pensamientos en una cerveza, nos sentamos en una 
          mesa en un patio al aire libre y con una tapa de queso y jamón, 
          disfrutamos sobre todo yo del momento y como no del entorno.
          Una vez nos refrescamos, observé que orilla en la antigua enfermería 
          que estaba como ya he dicho antes en obras, estaban depositando para 
          tirarlos aquellos armarios cilíndricos de color verde oscuro 
          que teníamos los alumnos en los dormitorios, me quedé 
          con la gana de llevarme uno, bien sabe Dios que no lo hice así 
          porque no tenía sitio para ello, lo habría limpiado, lijado 
          y pintado del mismo color lo habría puesto en mi habitación 
          , eso sin duda.
          Pasamos, como no, orilla de mi torre, de nuestra torre, espero que el 
          próximo objetivo sea el de restaurarla, ya lo necesita, sigue 
          siendo el símbolo de la Universidad, como todas las veces que 
          voy me hice fotos con ella desde diversos sitios, me encanta posar con 
          tan querida compañera.
          Estaría paseando toda la mañana, no me cansaría, 
          pero lo cierto y contra mi voluntad interior me despedí hasta 
          el año que viene si Dios quiere, con que tan poco tiempo me debo 
          conformar para visitar al lugar físico que mas quiero.
         Para olvidar 
          mi llanto interior, ese llanto que no se ve ni se aprecia, nos dirigimos 
          de nuevo a Sevilla y para ahogar mis penas no había otra cosa 
          mejor que ir nuevamente como la noche anterior a Casa Gálvez, 
          nos tomamos unos aperitivos y unas cañitas y recuperé 
          nuevamente el rumbo que momentáneamente había perdido.
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